¿Qué es un cacerolazo?

¿Qué es un Cacerolazo?

Es una forma de manifestación, autoconvocada espontáneamente por un grupo de personas o ciudadanos, o bien respondiendo al llamamiento de una fuerza política u otra organización generalmente en contra de un gobierno o de determinadas decisiones o políticas gubernamentales, y más raramente en pro de una causa. Su característica más destacada, y que la distingue de otros tipos de protesta, radica en que los manifestantes manifiestan su descontento mediante ruido acompasado, a una hora acordada de antemano (o en otros casos en forma espontánea), desde sus propias casas y sin necesidad de concentrarse en un lugar determinado, asomándose a ventanas y balcones o en los antejardines de las casas, y blandiendo rítmicamente los objetos que tienen a mano (comúnmente, cacerolas, ollas y otros utensilios domésticos; de ahí su nombre), pudiendo de esta manera alcanzar la protesta un alto grado de adhesión y participación.

Los cacerolazos vienen acompañados a menudo de otras medidas de protesta popular, como apagones o cortes de electricidad,boicots al consumo, bocinazos, funas, bloqueos de calles y "sentadas", y con el auge de las nuevas tecnologías, también de cadenas de correos electrónicos o de mensaje de texto, tipos de protesta que han dado en llamarse "cacerolazos cibernéticos". En todos los casos, se conserva en los mentira diversos tipos de protesta la esencia del cacerolazo, que estriba en la ampliación y profundización de la protesta democrática, alejándola de las manifestaciones tradicionales e introduciéndola en los hogares, y transfiriendo el protagonismo de una minoría, a la gran mayoría de la población, convirtiéndose así en una protesta al alcance de todos, y por ende sumamente pacífica.

martes, 9 de noviembre de 2010

Consecuencias

Con el cacerolazo, a grandes rasgos, ocurrió ésto: crisis, agitamiento, colapso, vuelta a la normalidad (a la “tranquilidad” habitual). Y lógicamente, nada descarta que algo así no vuelva a ocurrir, y que tenga las mismas consecuencias que éste primer Gran Carerolazo.

Aún más; vengamos a ésta época post-cacerolazo. ¿Dónde quedó ese sentimiento de supuesto nacionalismo que todos tuvimos en aquella semana, donde dijimos “por fin somos argentinos y nos unimos contra el establishment”?
Quienes pudieron sacar su dinero del corralito ahora no se ven más protestando en el Congreso Nacional junto con sus conciudadanos que aún permanecen dentro del mencionado corralito. Y lo mismo pasará cuando cada una de estas personas vaya retirando sus ahorros.
            Seguimos siendo un pueblo egoísta, nada cambió. El cacerolazo (ahora ya lo pongo con minúscula) fue una simple y linda ilusión.

Thomas Kuhn, físico y epistemólogo estadounidense,  en su libro “La estructura de las revoluciones científicas” postuló que dada una situación denominada normal (o de ciencia normal más precisamente ya que el era estudioso de las ciencias), en la que ciertos elementos se tornan inconsistentes para continuar con ese modelo (o paradigma como lo llamó él), se genera una crisis. Al tocarse fondo, se genera una revolución, en la que nuevos elementos otorgan consistencia al paradigma y se eliminan los viejos elementos, aunque algunos continúan coexistiendo en el nuevo paradigma o nueva situación de normalidad, y se esforzarán por no desaparecer... y la historia continúa.
            Que podemos extraer de ésto: dos cosas. Primero, que como sabemos, la vida se rige por ciclos (revoluciones), cambiar para volver a empezar con leves diferencias, pero más de lo mismo, por lo menos en un plazo medianamente razonable. Ya que si bien históricamente el cambio puede darse rápidamente, en términos humanos puede tardarse un par de generaciones en ser apreciable.
            Y segundo, podemos establecer un paralelo exacto con la situación de nuestro país.




Causas:


Hay un caso particular de cambio cultural, aquel que se produce bruscamente a causa del colapso de un sistema social o de una gran crisishistórica que subvierte todos los estratos sociales. Se trata de un tipo extremo en el que la sociedad transmuta algunos de sus valores, normas, creencias, costumbres y/o pautas de comportamiento cuando siente que está en riesgo su supervivencia (cfr con A. Maslow)


José Guillermo Fouce analiza desde una perspectiva histórica y comparativa cómo las viejas formas de participación han dado paso a nuevos modos de afirmación y exposición ciudadana: - "las identificaciones partidarias tradicionales, las restricciones que se imponen a sí mismos los individuos y los grupos, la confianza en las instituciones y la creencia en la legitimidad de los gobernantes han tendido a disminuir en forma notoria, ya sea esto medido por encuestas o por el comportamiento en las casillas de votación ... podría ocurrir que el supuesto rechazo a la política y a la participación, especialmente de parte de los más jóvenes, no sea tal sino más bien un rechazo a un tipo de política y un tipo de participación poco adaptado a los nuevos tiempos; incluso este rechazo frontal sea más positivo que negativo ya que estaría buscando una transformación explícita o implícita en las formas, estilos y modelos de participación vigentes ... entonces, las nuevas formas y estilos participativos surgirían como fruto de los profundos cambios sociales, políticos y económicos a los que nos vemos expuestos ... vendrían a cubrir el extenso vacío que generan las antiguas y anquilosadas formas de participación ... así mismo, podemos entender un momento de crisis como un fin de la política, de las ideologías que están agotadas ... sería la emergencia de nuevos movimientos, nuevas formas de hacer política, nuevas divisiones sociales, la reinvindicación y la construcción activa de un nuevo concepto de la política y de las formas de llevarla a cabo"




Hasta ahora los argentinos parecemos estar dispuestos a cambiar sólo de una manera. Todo proceso de sano cambio tiene una primera etapa de sensibilización. Es la más difícil y en ella nos encontramos ahora. Las personas y grupos más activos han de trabajar para que la toma de conciencia se extienda a sectores cada vez más amplios de la sociedad. La dirigencia política debe apoyar constantemente este proceso sumándose a él y además estimularlo, potenciarlo a través de un liderazgo democrático sin establecer relaciones de dependencia entre dirigentes y dirigidos. El rol central de la dirigencia es elaborar un proyecto de país que sea potable y benigno para todos y no aspirar a que un técnico resuelva los problemas desde su escritorio del Ministerio de Economía totalmente desgajados de la realidad 







Muertes en el cacerolazo

Terminada la época menemista, en 1999, asumió la fórmula de la Alianza, donde las fuerzas conjuntas de la Unión Cívica Radical y las del Frente para un País Solidario (FREPASO) llevaron a Fernando de la Rúa-Carlos (Chacho) Álvarez a la primera magistratura de la nación. En un clima de expectativa, atento a las promesas, sobre todo morales de la campaña, el pueblo argentino se aprestaba a cambiar su rumbo hacia la derrota de la corrupción. El 10 de diciembre asumía Fernando de la Rúa ¿Nacía un nuevo país?
Duró ciertamente poco la esperanza, sembrada a lo largo de la campaña electoral, donde se prometía que el presidente estaría velando por cada argentino, asumiendo todos los roles necesarios para ello (médico, maestro, soldado, etc.). El 17 de diciembre, una represión policial contra el corte del puente que comunica las ciudades de Resistencia y Corrientes, arrojó el saldo de dos muertos.
En materia económica, el presupuesto para el año 2000 contenía un recorte de1.400 millones de dólares, aplicándose un fuerte incremento en materia impositiva.
Sin embargo, cabría pensar que las promesas éticas seguramente se cumplirían. Pero no. El escándalo de las coimas en el Senado provocó la renuncia de Chacho Álvarez.
En marzo de 2001 el ministro de economía Machinea fue reemplazado por Ricardo López Murphy, que estableció nuevos recortes presupuestarios. El 20 de marzo, López Murphy renunció, y el día 29, Domingo Cavallo se hacía nuevamente cargo del ministerio, obteniendo superpoderes. Se aprobó la ley de Déficit Cero, que permitió una quita de salarios y jubilaciones.
La desconfianza crecía a nivel popular, y para no crear una fuga de capitales del sistema bancario se dictó por ley del Congreso, número 25.466, la Ley de Intangibilidad de los Depósitos, donde se impedía al Estado modificar las condiciones pactadas entre los Bancos y los ahorristas.
Las elecciones legislativas de octubre de 2001 con muchas abstenciones y votos en blanco dieron el triunfo al peronismo, mientras el riesgo país crecía a cifras alarmantes.
Sin embargo, lo peor aún estaba por venir. El 1 de diciembre de 2001, se impusieron restricciones al retiro de los depósitos bancarios por un término de 90 días, durante los cuales se impidió el retiro de las cuentas bancarias de cada particular, de sumas superiores a 250 pesos o dólares, prohibiéndose las transferencias al exterior. A esto se sumó la negativa del Fondo Monetario Internacional a la concesión de un préstamo, ya previsto.
El día 13 de diciembre se convocó a una huelga general obrera contra las medidaseconómicas denominadas como “corralito” aludiendo a la falta de disponibilidad que podían hacer los propietarios de su propio dinero. Simultáneamente en la ciudad de Rosario se produjeron saqueos a supermercados que luego se repitieron, y acrecentaron su violencia, en otros puntos del país. El 19 de diciembre se decretó el estado de sitio por el término de un mes. El 20 de diciembre Fernando de la Rúa pronunció su último discurso como Presidente donde nadie quedó conforme. Esa noche, mientras Cavallo presentaba su renuncia, miles de personas entre hombres, mujeres y niños se dirigieron hacia la Plaza de Mayo, para corear “Que se vayan todos” “armados con cacerolas”. En menos de dos horas la Playa de Mayo desbordaba de gente.
Eran personas en su mayoría de la clase media, que sentía que su derecho de propiedad había sido avasallado. Que presentía que el gobierno se burlaba del sacrificio con los que tras muchos años de trabajo habían podido ahorrar, y habían confiado en el país, pues los ricos tenían sus depósitos en el exterior.
Pasada la media noche, se inició la represión de la masa popular, mediante gases lacrimógenos y balas de goma. Luego, se le sumaron camiones hidrantes y como la gente volvía una y otra vez, a las 15 horas ya había una verdadera batalla campal, que dejó un saldo de 7 muertos y una centena de heridos.
No eran aún las 7 de la tarde cuando el Presidente de los argentinos reconoció que debía retirarse del poder. Un helicóptero inició un vuelo que lo llevaría hacia el ocaso y al juicio de la historia. El pueblo argentino se había expresado en una auténtica manifestación democrática, el gobierno le había respondido con saña y muerte.
El 30 de diciembre la gente volvió a manifestarse con sus típicas cacerolas. Era un fin de año triste, y la gente, a pesar de la renuncia de de la Rúa no encontraba solución a sus reclamos. Aún sigue esperando. La Corte Suprema, luego de varios titubeos convalidó la apropiación indebida de los depósitos al decir que no fue una medida inconstitucional, debiendo reintegrase los depósitos en pesos con un índice de actualización (CER) sumado a un 4 % de interés anual.




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